Prevención- Caminar a buen ritmo mejora la tensión arterial

El crecimiento exponencial de la tercera edad ha puesto de manifiesto en muchos países la importancia del ejercicio físico. Según los expertos, mantenerse activo puede ayudar a disminuir las enfermedades derivadas de la edad, mantener un estilo de vida independiente entre las personas mayores, así como mejorar la calidad de vida.

Así, según recogen los resultados de un estudio realizado por la Clínica Mayo (Minnesota, EEUU), caminar rápido es beneficioso para mantener la presión sanguínea en un buen estado, incrementar la fuerza muscular de las piernas y aumentar la capacidad de ejercicio en personas de mediana edad.

Para llevar a cabo este estudio, publicado la revista ‘Mayo Clinic Proceedings’, los investigadores escogieron a 60 hombres y 168 mujeres (con una edad media de 63 años) y los repartieron al azar en uno de los siguientes grupos: el primero, compuesto por personas que no estaban sometidas a andar; en el segundo, los participantes tenían que caminar de manera continua a un ritmo moderado; y en el tercero debían llevar un ritmo rápido con pequeños intervalos de marcha suave.

Los individuos del segundo grupo, los que tuvieron que andar a un paso moderado de forma continuada, fueron instruidos para caminar al 50% de su capacidad total (durante, al menos, cuatro días tuvieron que dar un mínimo de 8.000 pasos). Los del tercer grupo, por su parte, repitieron cinco o seis series de tres minutos a baja intensidad, al 40% de su capacidad aeróbica, seguidos de tres minutos por encima del 70% de su pico aeróbico.

Los médicos estudiaron la evolución de cada grupo durante un período de cinco meses. Pasado ese tiempo se observó una reducción en la tensión arterial, de 9mm Hg en la sistólica (la cifra más alta) y de 5mm Hg en la diastólica (la más baja) en los miembros del tercer grupo, aquellos que andaban a alta intensidad con pequeños intervalos de marcha suave. El ejercicio también produjo mejoras en la capacidad aeróbica y en la fuerza muscular.

Estos resultados proporcionan mayor fuerza a las tesis que sostienen que un estilo de vida activo previene la degradación física prematura y es favorable para la salud. “Estamos diseñados para andar durante todo el día y este artículo sugiere que deberíamos hacerlo”, apunta el doctor James Levine, médico Internista de la Clínica Mayo y autor de un editorial que publica la misma revista.

¿Andar por andar?

Tal y como se explica en el editorial, las personas que realizan ejercicio con regularidad y tienen buena resistencia física gozan de mejor salud que aquellas que raramente practican algún deporte.
Además, se demuestra que el ejercicio de baja intensidad, pero continuado, puede tener los mismos resultados que el que se realiza con mayor intensidad. De este modo, tendría los mismos beneficios para la salud correr 30 minutos en el gimnasio que andar 30 minutos por la calle.

Asimismo, defienden que caminar es un ejercicio mucho más accesible que la actividad física de alta intensidad, tanto en el nivel de tolerancia como en el coste. Y, al contrario que las actividades de alta intensidad, raramente ocasiona lesiones. Con todo, se quiere demostrar que cuanto mayor sea el tiempo activo de una persona mejor será su estado físico y su salud.

 

Anne Corcuera -25 JUL 07 El Mundo, España

Ejercicio físico y presión arterial en niños

Un grupo de expertos comprobó hace pocos años los beneficios que podían obtenerse a partir de un programa de ejercicios físicos regulares en los niños y adolescentes. Estas observaciones se publicaron en la prestigiosa revista Medicine & Science in Sports & Exercise en 2003 y fueron corroboradas por otros autores en años siguientes.

Los investigadores pudieron comprobar que la realización de un programa de actividad física de por lo menos 8 semanas reduce la presión arterial diastólica (o “mínima”) y la sistólica (o “máxima”), en niños entre los 11 y 12 años de edad. En el estudio se analizaron las respuestas de casi 6.000 niños y niñas residentes en la zona de Pensacola (Florida, EE.UU.). La actividad física fue registrada con un dispositivo conocido con el nombre de Actigraph, que registra los movimientos en sentido vertical efectuado por los niños, incluyendo todas sus actividades físicas, así como las prácticas consideradas como de intensidad moderada o vigorosa (ciclismo, natación), a lo largo de 7 días.

La presión sistólica se redujo en 2,4 mmHg y la diastólica en 1 mmHg, cuando los participantes llevaban a cabo por lo menos 60 minutos de actividad física moderada o intensa. De este modo, los especialistas constataron que cuanto mayor era la actividad física realizada, más bajos eran los valores de presión arterial sistólica. Cuando se comparó lo que sucedía con la actividad física en general con la de tipo moderado o vigoroso, se comprobó que lo más importante en términos de reducción de las cifras de presión arterial era la cantidad de actividad, que supera en eficacia hipotensora a la intensidad de las prácticas efectuadas.

Reflexiones sobre actividad física

Tradicionalmente la hipertensión arterial se consideraba un problema de los adultos, particularmente los adultos mayores. Lamentablemente cada día se diagnostican porcentajes mayores de hipertensión arterial entre sujetos jóvenes, adolescentes e incluso niños. Diversos factores relacionados con el estilo de vida podrían ser los responsables de esos cambios, pero también puede colaborar la mayor conciencia de los pediatras sobre la importancia de este problema.

Por otro lado, para nuestros abuelos hablar de actividad física en niños de 11 o 12 años parecía una obviedad, ya que en esa edad la bicicleta, el fútbol, la danza, la gimnasia y el patín, por ejemplo, eran actividades comunes y cotidianas. Actualmente, en especial por la influencia de la televisión y la computación, el sedentarismo ha ganado un lamentable espacio protagónico entre niños y adolescentes. En las campañas de lucha contra el sedentarismo llevadas a cabo por entidades médicas de todo el mundo, los niños son hoy uno de los objetivos más importantes.

Es importante tener en cuenta los hallazgos de los mencionados estudios científicos, que demuestran que no es necesario realizar entrenamiento deportivo particularmente intenso, sino simplemente dedicar al ejercicio físico recreativo unas dos horas por día. El retorno a prácticas de actividades físicas cotidianas no sólo es una necesidad para la salud mental y el adecuado desarrollo psicomotor, sino que puede ayudar a controlar y prevenir graves enfermedades desde la niñez.

 

Editora Médica Digital, septiembre de 2008
JANO.es

Correr retarda el reloj del envejecimiento

En comparación con personas más sedentarias, los corredores presentan menos discapacidad y un retraso de la mortalidad por diversas causas. 
Expertos de la Stanford University School of Medicine (Estados Unidos) afirman que correr retarda el reloj del envejecimiento, según demostraron en un estudio realizado en 500 corredores de edad adulta durante más de 20 años, y que ha sido publicado en “Archives of Internal Medicine”.

El equipo de investigadores comparó a los corredores, mayores de 50 años, con un grupo similar de no corredores. Usaron un registro de muertes nacionales para saber qué participantes habían fallecido y el motivo. Descubrieron que el 34% de las personas que no realizaban ejercicio habían muerto, frente a al 15% de los corredores.

En la primera etapa del estudio, los participantes corrían una media de cuatro horas a la semana y, 21 años más tarde, este tiempo se redujo a 76 minutos a la semana. Pero aún obtenían beneficios. Los expertos destacaron que ambos grupos en el estudio presentaron discapacidad después de este tiempo, pero subrayaron que en el grupo de los corredores los síntomas empezaron más tarde.

Los expertos observaron además que la distancia entre ambos grupos era mayor a medida que se aproximaban a los 90 años debido, según destacaron, a los hábitos sanos, y señalaron que correr estaba relacionado también con el descenso en las muertes por problemas cardiovasculares, cáncer, enfermedades neurológicas, infecciones y otras causas.

Por otro lado, indicaron que correr no estaba relacionado con mayores tasas de osteoartritis en los deportistas mayores, y añadieron que tampoco necesitaban más reemplazos de rodillas que las personas que no practicaban esta actividad.

Archives of Internal Medicine 2008;168:1638-1646

JANO.es

El ejercicio intenso más efectivo en prevención CV – Para proteger el corazón, no se limite a caminar.

MADRID.- Para mantener alejadas las enfermedades cardiovasculares hay ‘sudar la camiseta’. Eso es lo que asegura un equipo de investigadores noruegos que acaba de publicar un trabajo sobre el efecto de la actividad física en la prevención de problemas coronarios. Según sus datos, el ejercicio intenso es mucho más útil que las actividades moderadas a la hora de cuidar el corazón.

“Ya se había establecido que el ejercicio contribuye a revertir el síndrome metabólico -un conjunto de factores de riesgo cardiovascular, como hipertensión, obesidad o altos niveles de colesterol-. Sin embargo, los niveles óptimos de actividad física necesarios para prevenir y tratar estos factores de riesgo y los trastornos cardiovasculares asociados seguían sin estar definidos”, explican los autores de este trabajo, miembros de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Trondheim (Noruega), cuyos resultados se publican en la revista ‘Circulation’.

Para averiguar dónde está el umbral que marca el efecto beneficioso de la actividad física, este equipo realizó un experimento en 32 pacientes que presentaban síndrome metabólico. La muestra se dividió en tres grupos.

El primero de ellos fue sometido a un programa de entrenamiento intenso (series de carrera en cinta en un gimnasio, además de un calentamiento) tres veces por semana durante cuatro meses. Otro fue instruido para seguir un plan de actividad física moderada (caminata en cinta) durante el mismo periodo y a un tercer conjunto no se le conminó a practicar ejercicio, por lo que fue considerado como un grupo de control.

Ejercicio contra los males del corazón

Tras tener en cuenta distintas variables, los investigadores comprobaron que, aunque los dos programas de ejercicio eran efectivos a la hora de reducir la presión arterial y el peso de los participantes, los participantes que habían se habían entrenado de forma más intensa presentaban mejores niveles en otros factores del síndrome metabólico, como la sensibilidad a la insulina, la capacidad aeróbica o la función endotelial, entre otros.

“Este estudio sugiere que el ejercicio en general, y la actividad física intensa en particular, es útil para revertir el síndrome metabólico, lo que podría ser una estrategia de tratamiento prometedora”, comentan los autores en su trabajo.

Distintas Asociaciones Internacionales de Cardiólogos recomiendan a las personas con varios factores de riesgo cardiovascular que practiquen una actividad física de moderada a intensa al menos durante 30 minutos la mayoría de los días de esta semana.

Los resultados de este nuevo trabajo sugieren que tal vez las guías deberían modificarse para recomendar la práctica de ejercicio más intenso. Sin embargo, los investigadores reconocen que su trabajo tiene importantes limitaciones que deben tenerse en cuenta. Por un lado, la muestra analizada era muy pequeña y, además, no se tuvieron en cuenta las lesiones que la actividad física vigorosa podría producir en personas vulnerables.

CRISTINA G. LUCIO

Ejercicio y rehabilitación cardiovascular

Gracias a los avances de la medicina, cada vez más personas sobreviven a un infarto agudo de miocardio. Esto genera nuevas necesidades por parte de los pacientes que en muchos casos no son tenidas en cuenta por los médicos ni por los sistemas de salud.

En la primera mitad del siglo XX existía la creencia muy generalizada de que el ejercicio perjudicaba al paciente con una cardiopatía, por lo que se les indicaba que permanecieran en cama durante seis u ocho semanas, luego en un sillón durante seis semanas más, y no se les permitía subir escaleras un año, como mínimo. La vuelta a la actividad sociolaboral normal era excepcional, y la invalidez psicofísica sobrevenía en la mayor parte de los casos. Otra creencia difundida era -y es todavía- que un enfermo con cardiopatía tiene muy alta probabilidad de morir durante el coito. Por esta razón un 50% de estos pacientes disminuyen la frecuencia de sus relaciones sexuales y un 25% las suspenden totalmente después de un infarto. Sin embargo, la incidencia de muerte durante el coito es muy baja (0,06%). Lo que en realidad ocurre es que en un 80% de los casos, el médico no habla de estos temas con su paciente.

A partir de la década de 1940 proliferaron los estudios de investigación clínica en los que se demuestran los efectos nocivos del reposo prolongado. Por otra parte, varios estudios experimentales demostraron los efectos del ejercicio físico en individuos sanos y cardiópatas. Por todo ello, ya en la década de 1960, la Organización Mundial de la Salud aconsejó la creación de programas de rehabilitación cardíaca, definiéndolos como “el conjunto de actividades necesarias para asegurar a los cardiópatas las condiciones físicas y sociales óptimas que les permitan ocupar un lugar tan normal como les sea posible dentro de la sociedad”.

La mayoría de los pacientes tienen grandes posibilidades de reintegrarse a su vida cotidiana después de un infarto, pero necesitan saber cómo hacerlo. La guía del profesional médico es fundamental. Los programas de terapia con ejercicio en pacientes con cardiopatía son seguros, siempre que estén supervisados por personas expertas. Varios estudios han demostrado que la rehabilitación cardiovascular con ejercicios físicos proporciona un franco beneficio al mejorar la sintomatología, la calidad de vida e incluso la sobrevida de los pacientes.

Los programas de rehabilitación cardíaca deben tener un enfoque multidisciplinario. Comienzan siempre con una adecuada evaluación del paciente y la estratificación de su riesgo cardiovascular y continúan con la prescripción de un programa acorde para cada caso. En estos programas intervienen distintos profesionales, como cardiólogos, nutricionistas, enfermeros, fisioterapeutas, psicólogos, etc.

Los objetivos básicos del plan son incrementar la capacidad física del enfermo mediante la terapia con ejercicio e instruirlo acerca de los diversos factores de riesgo y la forma de modificarlos mediante un cambio de estilo de vida más saludable.

El porcentaje de pacientes que se deriva para realizar planes de rehabilitación cardiovascular es bastante bajo (menos del 30% de las personas que lo necesitan). Esto ocurre en parte por la falta de información médica acerca de esos programas, que además tienen la fama de ser caros. En realidad no lo son, particularmente si calculamos los beneficios indirectos: generan un ahorro muy importante en los costos de salud pública al disminuir el número de internaciones, permiten la reinserción laboral y evitan procedimientos y estudios más complejos y onerosos.

La rehabilitación cardiovascular es un complemento fundamental, tanto en el paciente que ha sufrido un evento cardiovascular como también en los que fueron intervenidos para mejorar la circulación miocárdica (by pass o angioplastia).
Recuerde que el tipo de ejercicios físicos, su intensidad y duración, debe ser indicado por su médico y supervisado por personal idóneo.

Editora Médica Digital, abril de 2007

 

¿Qué tipo de actividad física es la más adecuada?

Uno de los parámetros a tomar en cuenta para evaluar la intensidad de entrenamiento que puede exigirse es la medición del porcentaje de la frecuencia cardíaca máxima teórica. Este valor se calcula restando la edad del número 220.

En cada caso el profesional evaluará el porcentaje de dicha frecuencia que resulte más beneficioso para mejorar el estado cardiovascular. No debe olvidarse que es imprescindible realizar precalentamiento, así como un período de relajación al finalizar el entrenamiento. También son importantes la constancia y la regularidad, pues muy poco tiempo después de abandonar el ejercicio se pierde la capacidad aeróbica y los beneficios cardiovasculares logrados con tanto esfuerzo.

El tipo de ejercicio más difundido, económico y al alcance de toda la población es la carrera a pie. Según han demostrado algunos estudios, correr prolonga la vida a largo plazo. De acuerdo con un estudio de seguimiento que analizó durante 2 décadas las causas de muerte de 17.000 hombres, por cada hora de ejercicio realizada (hasta 30 horas a la semana) la esperanza de vida de una persona aumenta dos horas.

Contra lo que se suponía, un estudio británico indicó que el ejercicio físico intenso es más beneficioso que la actividad moderada en la prevención de la morbimortalidad cardiovascular. Las sociedades científicas recomendaban -hasta no hace mucho tiempo- treinta minutos de ejercicio físico moderado, cinco días a la semana, como prevención de la patología cardiovascular. Ahora, un nuevo estudio en el Reino Unido concluye que es necesario un ejercicio físico más intenso para prevenir en forma más eficaz la mortalidad por esta causa.

Los investigadores establecieron una gradación de la actividad física, considerando a las caminatas como actividades “ligeras”, al golf y el baile como “moderadas” y subir escaleras, nadar y correr, como “vigorosas”.

Los resultados mostraron que las personas con un nivel de ejercicios más “ligeros” presentaron mayor posibilidad de presentar cardiopatía isquémica que quienes realizaron una actividad física más intensa, que además presentaban menor tasa de patología cardiovascular. El análisis más detallado mostró que fue la intensidad del ejercicio, más que el número de calorías quemadas, el factor decisivo en estos resultados. Así, las personas que realizaban un ejercicio más intenso y gastaban diariamente más de 54 calorías durante el ejercicio (equivalente a 9 minutos corriendo ó 7 minutos subiendo escaleras), tenían menores posibilidades de morir prematuramente, especialmente por causas cardiovasculares. En cambio, quienes tenían niveles más altos de actividad física ligera o moderada, gastando 343 calorías diarias (equivalentes a más de 90 minutos de caminata), no estaban protegidos frente al riesgo de muerte prematura.

Los autores de esta investigación sugieren que es más importante la intensidad del ejercicio que el tiempo durante el cual se realiza. Por eso, aunque admiten que igualmente pueden obtenerse algunos beneficios cardiovasculares del hecho de caminar, insisten en que es más importante la intensidad con que se realicen las caminatas. En conclusión, el ejercicio debe ser intenso para que brinde protección eficaz contra afecciones cardiovasculares.

Este estudio demuestra por primera vez el beneficio de las actividades de resistencia, como levantamiento de pesas o el empleo de máquinas de fuerza. Aunque aún son necesarios nuevos estudios para recomendar entrenamientos de fuerza para la prevención cardiovascular, señalan que estos tipos de ejercicios son recomendables para pacientes con patología cardiovascular debido al incremento de todas las funciones músculoesqueléticas.

Como conclusión recomiendan incrementar la intensidad del ejercicio aeróbico de bajo a moderado y de moderado a intenso y agregar ejercicios de fuerza a los programas de ejercicio para reducir el riesgo cardiovascular.

Más allá de la importancia de los resultados de estos estudios, debe recordar que su médico es el más apto para indicar cuáles son los ejercicios más adecuados en su caso. Lo realmente importante es seguir sus indicaciones y evitar el sedentarismo.

Editora Médica Digital Cardioonline

Ocho de cada diez argentinos optan por el sedentarismo- La principal excusa de la inactividad es la falta de tiempo

En nuestro país, esta situación está vinculada con el alto riesgo de infarto.- Según la Sociedad Argentina de Cardiología, hay que incentivar el ejercicio

El corazón de los argentinos no sólo se ve afectado por la crisis. El sedentarismo, dicen los cardiólogos, es uno de sus peores enemigos. En nuestro país se calcula que sólo el 20% de la población está físicamente activa. Dicho de otro modo: ocho de cada diez personas son sedentarias.

El estudio Factores de Riesgo Coronario en América del Sur (Fricas) comparó los factores de riesgo en personas con infarto de miocardio con individuos que no lo habían padecido. El trabajo comprobó que el 88% de los pacientes argentinos del grupo con infarto y el 82 % del grupo control (sin infarto) era sedentario. Sólo un 8% del grupo infarto y un 11% del grupo control realizaba actividad física de una a tres veces por semana, mientras que lo hacía más de tres veces por semana el 4% del grupo infarto y 6% del grupo control.

Estimular a la comunidad

“Es posible observar que los sujetos que habían sufrido infarto eran más sedentarios, aunque la tasa de sedentarismo global fue muy alta en ambos grupos”, dice un documento de la Fundación Cardiológica Argentina, brazo comunitario de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).

La institución se ha adherido a una Declaración sobre la Actividad Física para el Día Mundial de la Salud. Ambas han aprobado junto a la Fundación Interamericana del Corazón una serie de principios básicos que orientan y estimulan a la comunidad a practicar rutinariamente actividades físicas moderadas.

Según explicó a LA NACION el doctor José Martínez Martínez, presidente de la fundación, se necesitan en el país estrategias para promocionar un estilo de vida físicamente activo, como estimular a la gente a caminar o andar en bicicleta en forma segura y sencilla.

Costumbres nocivas

“Todos los elementos de la vida moderna fueron llevando al hombre y la mujer hacia estilos de vida más sedentarios”, explica la SAC.

Pensemos, dice la institución, en los electrodomésticos como el lavarropas, los pañales descartables (son grandes adelantos, pero se ha perdido la posibilidad de mantener un mayor tono muscular en los brazos), el control remoto, los autos eléctricos para trasladarse durante un partido de golf, el auge de la computadora, la automatización de la actividad laboral, los mejores servicios de transporte, los ascensores y las escaleras mecánicas…

A pesar de estas comodidades, “la excusa más frecuente para no hacer ejercicios es la falta de tiempo”, afirma el doctor Martínez Martínez.

Una encuesta realizada recientemente en los Estados Unidos indica que un americano promedio pasa 19 horas semanales frente al televisor o la computadora, más allá de su actividad laboral.

Aunque en la Argentina existen pocos estudios de este tipo, lo importante es rescatar que “con sólo pasar tres horas realizando algún tipo de actividad física de leve a moderada intensidad (como una caminata), los norteamericanos tendrían la oportunidad de reducir hasta en un 40% su riesgo de infarto en los próximos diez años”, dice el especialista.

Aún así, le quedarían 16 horas libres para mirar la tele o divertirse con la computadora.

La Nacion
7/4/2002

 

Caminatas diarias ayudan a controlar la diabetes

Científicos británicos publican los resultados de un estudio diseñado para conocer los niveles óptimos de ejercicio que deben realizar los diabéticos tipo 2.

Dedicar 45 minutos diarios a caminar puede ayudar a los pacientes con diabetes tipo 2 a controlar su enfermedad. Sin embargo, las personas con problemas de obesidad que intentan controlar su peso necesitarían al menos 4,5 horas de ejercicio semanales para perder tallas y mantenerse en forma, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Newcastle (Reino Unido), publicado en “Diabetes Care“.

Para conocer los niveles óptimos de ejercicio que deben realizar los diabéticos para controlar su enfermedad, el equipo del Prof. Michael Trenell emparejó a 10 pacientes con diabetes tipo 2 con gente sin esta enfermedad pero con peso, edad y estatura similares, y les pidió que caminaran más de 10.000 pasos diarios.

Imágenes por resonancia magnética mostraron que las personas que caminaron 45 minutos más cada día lograron quemar cerca de un 20% más grasa, aumentando la habilidad de los músculos de almacenar azúcar y ayudar a controlar la diabetes.

“A la gente por lo general le da pereza ir al gimnasio, pero nosotros hemos descubierto que casi todos los pacientes con diabetes pueden volverse más activos tan sólo caminando”, indicó el Prof. Trenell, para quien “lo más interesante” del estudio es que proporciona “un camino rápido para ayudar a controlar la diabetes sin medicamentos”.

La diabetes afecta a cerca de 246 millones de adultos en todo el mundo y es la causa del 6% de las muertes que se producen en el mundo. De todos los casos de diabetes que hay en el mundo, el 90% son diabetes del tipo 2 y están directamente relacionados con la obesidad y un bajo nivel de actividad física.

La obesidad y la diabetes son problemas crecientes en los países desarrollados y de aquellos que adoptan el estilo de vida occidental, que según la Federación Internacional de Diabetes puede elevar el número de pacientes con diabetes hasta los 380 millones en 2025.

Diabetes Care 2008 31: 1644-1649
JANO.es

 

 

Reduce los riesgos cardiovasculares – Contra la diabetes tipo 2, haga ejercicio

“los beneficios del ejercicio aeróbico para controlar el azúcar en sangre son conocidos, pero hasta ahora no se sabía cómo influían los ejercicios de resistencia, ni tampoco la combinación de los dos”.

MADRID.- El ejercicio es bueno para la salud. Esta frase, aparentemente obvia, cobra más sentido según un estudio publicado en ‘Annals of Internal Medicine’. La investigación descubre que la combinación de dos entrenamientos físicos favorece el control de la glucosa en diabéticos de tipo 2.

Aunque la genética juega un papel importante en el desarrollo de la enfermedad, un bajo nivel de actividad física y una dieta deficiente suelen ser dos aspectos presentes en un diabético de tipo 2. Tal y como afirmó el director del estudio, Ronald J. Sigal, “los beneficios del ejercicio aeróbico para controlar el azúcar en sangre son conocidos, pero hasta ahora no se sabía cómo influían los ejercicios de resistencia, ni tampoco la combinación de los dos”.

Los autores han llevado a cabo la investigación a partir de la comparación de los niveles de glucosa de 251 individuos. Dividiéndoles en cuatro grupos y, asignando a cada grupo una tabla de ejercicios diferente, se han analizado los efectos que tenían los distintos tipos de ejercicio en la evolución de la enfermedad.

Más concretamente, el primer objetivo era valorar los cambios en los niveles de hemoglobina A1c en cada grupo y, de forma secundaria, averiguar las variaciones que se daban en sus niveles de lípidos y en su presión sanguínea. Con los resultados obtenidos se pretendía establecer una comparativa.

Los pacientes escogidos tenían edades comprendidas entre 39 y 70 años, eran previamente inactivos, tenían diabetes de tipo 2 desde hacía más de seis meses y un nivel de hemoglobina A1c de 6’6% a 9’9%.

Los criterios de exclusión fueron los siguientes: que requiriesen una terapia con insulina (en este caso serían diabéticos tipo 1), o que hubieran tenido cambios durante los dos meses previos al estudio en hipoglucemia oral, hipertensión, el nivel de lípidos, o en el peso. Asímismo, también fueron descartados aquellos diabéticos que necesitasen medicación.

Pesas, bicicleta, o la combinación de ambos

Al primer grupo se le pidió que llevase a cabo ejercicios aeróbicos, al segundo ejercicios de resistencia, al tercero la combinación de ambos y al cuarto que no realizase ninguna actividad.
El entrenamiento aeróbico consistía en realizar una actividad continuada de grandes grupos musculares múltiples (en cinta de correr o bicicleta estática), mientras que el entrenamiento de resistencia sólo abarcaba una ligera actividad en algún músculo (máquinas de pesas) y requería cierto descanso: menos de la mitad del tiempo de cada sesión se utilizaba para contraer la musculatura. El grupo que combinaba los dos tipos de ejercicios los realizaba los mismos días, alternando el orden.

Todos los grupos llevaron a cabo el programa en tres sesiones semanales de 45 minutos cada una, durante 26 semanas.

Los individuos incluidos en los programas de entrenamiento llevaban a cabo durante las cuatro primeras semanas un calentamiento que, dependiendo del grupo, era diferente. El rodaje del grupo de ejercicios aeróbicos tenía como objetivo adaptar gradualmente al cuerpo a la actividad, evitando dolores musculares, daños y desmotivación (debida a un cansancio excesivo, por ejemplo). Los fines del calentamiento de resistencia eran, sin embargo, fortalecer gradualmente la musculatura, sin causar daños.

Los efectos de ambos tipos de ejercicios, realizados por separado, en los niveles de hemoglobina A1c eran similares, mientras que el grupo que combinó estos dos ejercicios consiguió reducirlo el doble, pues se complementaban. Los beneficios de esta disminución son significativos, ya que, tal y como afirman los autores del estudio, un 1% menos de hemoglobina A1c supone la reducción de los episodios cardiovasculares principales entre el 15 y el 20%.

Por un lado, los ejercicios aeróbicos mejoraron la capacidad cardiorespiratoria del paciente y, por el otro, la actividad de resistencia aumentó la fuerza muscular y la resistencia física. Ambos entrenamientos redujeron la grasa abdominal de los pacientes. Los cambios en la presión sanguínea y en los niveles de lípidos fueron relativamente similares en los cuatro grupos.

Tan sencillo como no tomar el autobús

Manuel Aguilar, del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospitar Puerta del Mar de Cádiz, destaca los beneficios del ejercicio aeróbico en estos pacientes, ya que “mejora el riesgo de enfermedades cardiovasculares que, en definitiva, es lo más importante”. Este especialista, que es además Presidente Electo de la Sociedad Española de Diabetes (SED), pone énfasis en que los diabéticos de tipo 2 son a menudo personas de edad avanzada para las que la realización de este tipo de actividades sencillas puede convertirse en algo cotidiano “como no coger el autobús e ir andando, por ejemplo”.

Por eso, resalta la importancia de estos ejercicios, porque gracias a su sencillez “permiten asegurar una regularidad de ejecución por parte de estos pacientes, a diferencia de otros entrenamientos, cuya eficacia no está probada y que, debido a su complejidad, resulta más difícil llevarlos a cabo, siendo, por lo tanto, son menos eficaces”.

A pesar de los claros beneficios obtenidos por el programa que combinaba los dos ejercicios, debe tenerse en cuenta que estos pacientes invirtieron más tiempo al día en realizar el entrenamiento.
El editorial de ‘Annals of Internal Medicine’ explica que es lógico que estos individuos quemasen más calorías que los que sólo realizaban un ejercicio. Asimismo, este periódico advierte de que no se puede asegurar que las diferencias en el control de la diabetes se debieran a la combinación de los dos ejercicios, o más bien a que uno de los grupos realizara más actividad física que el otro.

BEATRIZ ROSELLÓ
25 SEP 07(El Mundo)

Consejos básicos para perder peso en forma saludable

Salvo para unos pocos privilegiados, lograr bajar de peso y mantenerlo de manera saludable y continuada es una dura empresa. La mayoría de las personas que emprenden los sacrificios de las dietas para bajar de peso finalmente bajan los brazos, desilusionados.

El objetivo de bajar de peso no deja de ser prioritario en términos de salud y así lo considera la Asociación Americana del Corazón. Esta entidad de los EE.UU., donde la obesidad y el sobrepeso constituyen un alarmante problema de salud y de riesgo cardiovascular, propone que se consideren 3 pasos claves para bajar de peso y mantenerlo.

Las 3 claves para el éxito en el descenso de peso

Las 3 claves propuestas por la entidad cardiológica estadounidense son:

Pensar de manera inteligente

Comer bien

Moverse más

Pensar de manera inteligente

De manera sintética, lo que los expertos sostienen es que si se falla en la planificación el plan trazado fracasará. La idea es reconocer y enfrentar las dificultades para lograr el objetivo, más que soslayarlas pensado que así no aparecerán. El consejo es que se debe intentar explicar a uno mismo cuáles son los mecanismos que desencadenan la conducta inadecuada que, a la larga, lleva al fracaso del intento de bajar de peso.

Los recursos que pueden aplicarse son:

Estar alerta del discurso propio.

Debemos escuchar cuáles son las excusas que nosotros mismos esgrimimos para no encarar un proyecto de esta índole (mensajes negativos). Como ejemplo: si nos decimos a nosotros mismos que nuestro día ha sido difícil y que por eso no nos sentimos dispuestos a salir a caminar, podríamos modificar la decisión por otra más saludable: si el día ha sido difícil: ¿Qué mejor que salir a caminar para despejarse?

“Visualizarse”

Pensar con intensidad en lo bien que podríamos sentirnos si logramos superar el obstáculo del peso corporal, del mismo modo que nos sentimos bien al superar otras dificultades o problemas.

Establecer  metas razonables

Si nos ponemos lapsos cortos u objetivos de pérdida de peso muy importantes, lo más probable es que nos sintamos desilusionados al poco tiempo.

Estar listo para lo inesperado

Planificar cómo vamos a reaccionar ante dificultades sociales o laborales, relacionadas con el consumo de alimentos y bebidas no convenientes. Ensaye alternativas elegantes y creíbles para responder a esas propuestas.

Llevar un registro diario

Suelen ser de mucha utilidad las anotaciones diarias sobre metas alcanzadas (por ejemplo: no más de 3 galletas, en lugar de 6, en la merienda), los registros de peso a intervalos prefijados, el tipo y la duración de la actividad física diaria. Estos registros además ayudan al profesional, que los usará para efectuar los ajustes pertinentes.

Ser constante

Se trata de cambiar de hábitos y, como tal, de una tarea que no se resuelve de un día para otro; es larga, demanda constancia, práctica y… tiempo.
Como puede apreciarse, no se trata de técnicas mentales elaboradas, sino de una serie de premisas que pueden resultar más que útiles.

Editora Médica Digital, diciembre de 2007