¿Qué tipo de actividad física es la más adecuada?

Uno de los parámetros a tomar en cuenta para evaluar la intensidad de entrenamiento que puede exigirse es la medición del porcentaje de la frecuencia cardíaca máxima teórica. Este valor se calcula restando la edad del número 220.

En cada caso el profesional evaluará el porcentaje de dicha frecuencia que resulte más beneficioso para mejorar el estado cardiovascular. No debe olvidarse que es imprescindible realizar precalentamiento, así como un período de relajación al finalizar el entrenamiento. También son importantes la constancia y la regularidad, pues muy poco tiempo después de abandonar el ejercicio se pierde la capacidad aeróbica y los beneficios cardiovasculares logrados con tanto esfuerzo.

El tipo de ejercicio más difundido, económico y al alcance de toda la población es la carrera a pie. Según han demostrado algunos estudios, correr prolonga la vida a largo plazo. De acuerdo con un estudio de seguimiento que analizó durante 2 décadas las causas de muerte de 17.000 hombres, por cada hora de ejercicio realizada (hasta 30 horas a la semana) la esperanza de vida de una persona aumenta dos horas.

Contra lo que se suponía, un estudio británico indicó que el ejercicio físico intenso es más beneficioso que la actividad moderada en la prevención de la morbimortalidad cardiovascular. Las sociedades científicas recomendaban -hasta no hace mucho tiempo- treinta minutos de ejercicio físico moderado, cinco días a la semana, como prevención de la patología cardiovascular. Ahora, un nuevo estudio en el Reino Unido concluye que es necesario un ejercicio físico más intenso para prevenir en forma más eficaz la mortalidad por esta causa.

Los investigadores establecieron una gradación de la actividad física, considerando a las caminatas como actividades “ligeras”, al golf y el baile como “moderadas” y subir escaleras, nadar y correr, como “vigorosas”.

Los resultados mostraron que las personas con un nivel de ejercicios más “ligeros” presentaron mayor posibilidad de presentar cardiopatía isquémica que quienes realizaron una actividad física más intensa, que además presentaban menor tasa de patología cardiovascular. El análisis más detallado mostró que fue la intensidad del ejercicio, más que el número de calorías quemadas, el factor decisivo en estos resultados. Así, las personas que realizaban un ejercicio más intenso y gastaban diariamente más de 54 calorías durante el ejercicio (equivalente a 9 minutos corriendo ó 7 minutos subiendo escaleras), tenían menores posibilidades de morir prematuramente, especialmente por causas cardiovasculares. En cambio, quienes tenían niveles más altos de actividad física ligera o moderada, gastando 343 calorías diarias (equivalentes a más de 90 minutos de caminata), no estaban protegidos frente al riesgo de muerte prematura.

Los autores de esta investigación sugieren que es más importante la intensidad del ejercicio que el tiempo durante el cual se realiza. Por eso, aunque admiten que igualmente pueden obtenerse algunos beneficios cardiovasculares del hecho de caminar, insisten en que es más importante la intensidad con que se realicen las caminatas. En conclusión, el ejercicio debe ser intenso para que brinde protección eficaz contra afecciones cardiovasculares.

Este estudio demuestra por primera vez el beneficio de las actividades de resistencia, como levantamiento de pesas o el empleo de máquinas de fuerza. Aunque aún son necesarios nuevos estudios para recomendar entrenamientos de fuerza para la prevención cardiovascular, señalan que estos tipos de ejercicios son recomendables para pacientes con patología cardiovascular debido al incremento de todas las funciones músculoesqueléticas.

Como conclusión recomiendan incrementar la intensidad del ejercicio aeróbico de bajo a moderado y de moderado a intenso y agregar ejercicios de fuerza a los programas de ejercicio para reducir el riesgo cardiovascular.

Más allá de la importancia de los resultados de estos estudios, debe recordar que su médico es el más apto para indicar cuáles son los ejercicios más adecuados en su caso. Lo realmente importante es seguir sus indicaciones y evitar el sedentarismo.

Editora Médica Digital Cardioonline

Consejos básicos para perder peso en forma saludable

Salvo para unos pocos privilegiados, lograr bajar de peso y mantenerlo de manera saludable y continuada es una dura empresa. La mayoría de las personas que emprenden los sacrificios de las dietas para bajar de peso finalmente bajan los brazos, desilusionados.

El objetivo de bajar de peso no deja de ser prioritario en términos de salud y así lo considera la Asociación Americana del Corazón. Esta entidad de los EE.UU., donde la obesidad y el sobrepeso constituyen un alarmante problema de salud y de riesgo cardiovascular, propone que se consideren 3 pasos claves para bajar de peso y mantenerlo.

Las 3 claves para el éxito en el descenso de peso

Las 3 claves propuestas por la entidad cardiológica estadounidense son:

Pensar de manera inteligente

Comer bien

Moverse más

Pensar de manera inteligente

De manera sintética, lo que los expertos sostienen es que si se falla en la planificación el plan trazado fracasará. La idea es reconocer y enfrentar las dificultades para lograr el objetivo, más que soslayarlas pensado que así no aparecerán. El consejo es que se debe intentar explicar a uno mismo cuáles son los mecanismos que desencadenan la conducta inadecuada que, a la larga, lleva al fracaso del intento de bajar de peso.

Los recursos que pueden aplicarse son:

Estar alerta del discurso propio.

Debemos escuchar cuáles son las excusas que nosotros mismos esgrimimos para no encarar un proyecto de esta índole (mensajes negativos). Como ejemplo: si nos decimos a nosotros mismos que nuestro día ha sido difícil y que por eso no nos sentimos dispuestos a salir a caminar, podríamos modificar la decisión por otra más saludable: si el día ha sido difícil: ¿Qué mejor que salir a caminar para despejarse?

“Visualizarse”

Pensar con intensidad en lo bien que podríamos sentirnos si logramos superar el obstáculo del peso corporal, del mismo modo que nos sentimos bien al superar otras dificultades o problemas.

Establecer  metas razonables

Si nos ponemos lapsos cortos u objetivos de pérdida de peso muy importantes, lo más probable es que nos sintamos desilusionados al poco tiempo.

Estar listo para lo inesperado

Planificar cómo vamos a reaccionar ante dificultades sociales o laborales, relacionadas con el consumo de alimentos y bebidas no convenientes. Ensaye alternativas elegantes y creíbles para responder a esas propuestas.

Llevar un registro diario

Suelen ser de mucha utilidad las anotaciones diarias sobre metas alcanzadas (por ejemplo: no más de 3 galletas, en lugar de 6, en la merienda), los registros de peso a intervalos prefijados, el tipo y la duración de la actividad física diaria. Estos registros además ayudan al profesional, que los usará para efectuar los ajustes pertinentes.

Ser constante

Se trata de cambiar de hábitos y, como tal, de una tarea que no se resuelve de un día para otro; es larga, demanda constancia, práctica y… tiempo.
Como puede apreciarse, no se trata de técnicas mentales elaboradas, sino de una serie de premisas que pueden resultar más que útiles.

Editora Médica Digital, diciembre de 2007

 

 

Protejé tu corazón con ejercicio y antioxidantes nutricionales

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en todo el mundo. Por lo tanto, es importante conseguir la forma de reducir el riesgo a padecer este tipo de enfermedades y proteger el corazón en caso de un ataque cardíaco. El ejercicio regular y la ingesta dietética de los antioxidantes nutricionales adecuados son dos factores de estilo de vida que están bajo nuestro control y que han demostrado suministrar protección para el corazón (protección cardiaca). Ejemplos de actividades que suministran cardioprotección son la carrera, la caminata y el ciclismo. La protección asociada al ejercicio en contra de las enfermedades cardiovasculares obedece a una relación de dosis respuesta, en otras palabras, el riesgo de muerte de enfermedades cardiovasculares es progresivamente más bajo a medida que el gasto energético en el ejercicio se incrementa desde 500 a 3500 kcal/sem. Es de fundamental importancia que el ejercicio de moderada a alta intensidad suministre la mayor protección contra la muerte por enfermedades del corazón. La tabla S1 nos brinda una idea general de la prescripción del ejercicio diseñado para suministrar protección cardiaca. A 273:1179-

Tabla S1.
Prescripción de ejercicio para alcanzar la Protección Cardiaca*

  • Realizá 30 minutos o más de ejercicio de resistencia (3-7 veces a la semana).
  • Durante el entrenamiento la intensidad del ejercicio debe alcanzar o exceder los 3 METS (equivalente a una caminata muy rápida).
  • Los ejercicios recomendados incluyen a la carrera, la caminata, la natación o el ciclismo.

Tomado de: Lee, I.M., C.C. Hsieh, and R.S. Paffenbarger, Jr., Exercise intensity and longevity: The Harvard Alumni Health Study1184, 1995.. JAM

 

Antioxidantes nutricionales y protección cardíaca

Estudios recientes realizados en animales sugieren que la suplementación dietética con antioxidantes (ej. Vitamina E y ácido alfa lipoico) pueden suministrar protección cardiaca durante un ataque al corazón. Estudios con animales también demuestran que la suplementación de antioxidantes en forma de drogas (ej. antioxidantes no naturales) hace más lenta la progresión de la enfermedad de las arterias coronarias. Sin embargo, aún no está claro si la suplementación con antioxidantes puede suministrar la misma protección en los humanos. Además, debido a que grandes dosis de algunos antioxidantes pueden tener efectos adversos dañinos, la decisión de emplear suplementos de antioxidantes dietéticos debe ser tomada con precaución. Basados en nuestros conocimientos actuales, un objetivo dietético prudente es alcanzar, a través de una dieta variada, la Ingesta Diaria de Referencia (IDR) de las principales vitaminas antioxidantes (ej. vitamina A, E, C) y minerales (ej. zinc, cobre, magnesio y selenio). En otras palabras, la regla general es que la mayoría de los requerimientos de vitaminas y minerales se alcanzan mejor consumiendo alimentos en lugar de suplementos y esta regla debe aplicarse también a los antioxidantes. Por lo tanto, alcanzar la IDR para vitaminas y minerales antioxidantes a través de la alimentación rica en frutas y minerales es una buena medida para obtener los beneficios máximos de los antioxidantes. La tabla S2 señala algunos alimentos que son una importante fuente de antioxidantes.


Tabla S2.
Fuentes alimentarias de vitaminas antioxidantes

Vitamina Antioxidante
Fuentes Alimentarias
Vitamina E
Aceites vegetales (ej., maíz, soja), granos, nueces, espárragos.
Vitamina C
Frutas cítricas, tomates, papas, vegetales verdes.
Carotenoides
(Pro-vitamina A)
Zanahoria, brócoli, espinaca, batatas, duraznos.

 

GSSI

Dormir poco aumenta el índice de masa corporal

La obesidad es un tema preocupante para la salud pública de los EE.UU. debido al aumento observado en los últimos 15 años y al incremento informado en la morbimortalidad de diversas enfermedades crónicas asociadas. Además, la obesidad compromete todas las clases sociales y razas. De acuerdo con 2 bases de datos estadounidenses, esta enfermedad es particularmente frecuente en áreas rurales. La epidemia de obesidad es multifactorial e involucra factores ambientales, genéticos y de estilo de vida. Recientemente se publicaron varios estudios epidemiológicos que demuestran una asociación entre la obesidad y dormir poco. Los niveles de leptina y grelina se asocian con la saciedad y el hambre, respectivamente, y según estudios fisiológicos pueden relacionarse con dormir poco y mayor peso.

Con frecuencia, la población rural trabaja en agricultura y empresas pequeñas, tiene mayor índice de suicidio y mayor prevalencia de conductas de salud riesgosas (sedentarismo, hábito tabáquico y mala alimentación) en comparación con las personas que viven en regiones urbanas y suburbanas.

Los autores realizaron un análisis transversal, de otro estudio poblacional en curso (Keokuk County Rural Health Cohort Study [KCRHS]), para investigar la probable relación entre la duración del sueño y la obesidad.
Resultados

La media de edad de la población en estudio fue de 48.3 años y la mayoría fueron mujeres (52.4%). El IMC promedio fue 29.5 (cercano al límite inferior de obesidad clase I). El mayor porcentaje de pacientes dormía entre 7 y 7.9 horas (34.6%). El mayor IMC se observó en los participantes que durmieron menos horas (< 6 horas). Se detectó una asociación negativa débil entre las horas de sueño y el puntaje de depresión. Por su parte, no se observó una relación directa entre las horas de sueño y el consumo de alcohol.

Según los análisis bifactoriales, las horas de sueño, la edad, la demanda física laboral, el consumo de alcohol, los síntomas depresivos y el ronquido se asociaron de manera significativa e individual con el IMC. El modelo multifactorial incluyó variables como horas de sueño, sexo, edad, nivel de educación, demanda física laboral, sueldo mensual, consumo de alcohol, síntomas depresivos, ronquido y estado civil en relación con el IMC. Las horas de sueño, la demanda física laboral y el consumo de alcohol se relacionaron en forma independiente y negativa con el IMC, mientras que el ronquido se asoció con el mismo índice de manera positiva e independiente. Para poder evaluar la naturaleza de la relación entre las horas de sueño y el IMC, los autores ingresaron las horas de sueño como variable categórica del modelo multifactorial.

Comentario

Según los expertos, los participantes que dormían menos (< 6 horas) tenían un IMC cercano a 30, obesidad clase I. En conjunto, las horas de sueño se correlacionaron en forma negativa con el IMC luego de realizar los ajustes por sexo, edad, nivel de educación, demanda física laboral, estado civil, consumo de alcohol y ronquidos; estos últimos se incluyeron en el modelo como indicador de enfermedad respiratoria relacionada con el sueño.

La reducción de una hora de sueño se asoció con un aumento del IMC de 0.42. Un sujeto que mide 1.78 centímetros y tiene un IMC de 0.42 representa 1.34 kilogramos. Existen estudios epidemiológicos que señalan un aumento de 0.5 kg por año en adultos jóvenes estadounidenses. Por lo tanto, al igual que con la dieta y actividad física, los cambios leves pero sostenidos en las horas de sueño podrían tener un efecto clínico significativo sobre el peso.

Existen diversos estudios poblaciones y transversales que demuestran la asociación entre dormir poco y obesidad, si bien existen diferencias leves entre los resultados. Los investigadores se limitaron a estudiar adultos, debido a que los patrones normales de sueño infantil varían sustancialmente respecto de este grupo de edad; por lo tanto, deberían ser analizados por separado. Además, la única variable de medición de actividad física disponible fue el empleo. No obstante, hay 3 estudios transversales infantiles que señalan una relación negativa entre las horas de sueño y el IMC.

Los hallazgos encontrados concuerdan con otros estudios realizados en adultos y niños aunque, según los expertos, el presente es el primer trabajo que investiga la relación en una población rural comunitaria. Además, investigaron en forma simultánea otras covariables como el consumo de alcohol, los síntomas depresivos y el ronquido, debido a que los datos fueron extraídos de otro estudio más amplio que investigó factores de riesgo de salud.

Las limitaciones del estudio abarcaron el diseño transversal, que impidió determinar la causalidad entre las variables. Aunque la mayoría de los estudios son transversales, Hasler y colaboradores realizaron un ensayo longitudinal donde observaron una asociación entre la obesidad y dormir poco en pacientes menores de 35 años. Esta relación fue más débil en personas mayores. Otra limitación fue la falta de información respecto de la actividad física durante el tiempo libre de los participantes. Según un estudio transversal de 1 772 adultos, Vioque y colaboradores señalaron que las escasas horas de sueño y la actividad física laboral, no la realizada en el tiempo libre, se asoció con obesidad. Por último, la gran mayoría de los participantes (94.6%) fueron caucásicos, por lo que estos resultados no se pueden generalizar en otras razas o grupos étnicos.

Al ser el primer estudio realizado en una población rural es posible que algunos aspectos relacionados con el estilo de vida influyan en la relación lineal observada por los autores entre las horas de sueño y el IMC. Otras investigaciones informaron una relación con forma de “U” y estudios preliminares sugieren una posible conexión hormonal entre la menor duración del sueño, los trastornos del apetito y las hormonas moduladoras de energía (leptina y grelina), que fomentarían la obesidad.

Entre 1985 y 2004 aumentó considerablemente la cantidad de personas que duermen 6 horas o menos por día, aspecto que coincide con el incremento nacional del IMC. Además, dormir poco también se relacionó con aumento de riesgo de diabetes, enfermedad coronaria y mortalidad global según estudios prospectivos, lo que señala la necesidad de más investigaciones acerca del sueño, las enfermedades crónicas y los factores de riesgo asociados.

 

 

Dres. Kohatsu ND, Tsai R, Merchant JA y colaboradores.
Archives of Internal Medicine 166(16):1701-1705, Sep 2006-IntraMed News 480
Patrocinio : Grant 5 U50 OH007548-05 del National Institute for Occupational Safety and Health to the Great Plains Center for Agricultural Health, College of Public Health, University of Iowa

Beneficios cardiovasculares en la reposición de líquidos durante el ejercicio

La consecuencia más seria de la deshidratación por el ejercicio es la hipertermia, que provoca un estrés adicional sobre el sistema cardiovascular y crea un ciclo vicioso.

La deshidratación durante el ejercicio hace que se pierda líquido en todo el cuerpo. Como resultado, la deshidratación aumenta la concentración de partículas disueltas en los líquidos corporales (osmolaridad), incluyendo el aumento de sodio en el suero sanguíneo. Estos aumentos en la osmolaridad y en la concentración de sodio en el suero parecen tener un rol en la disminución del tiempo de pérdida de calor, al reducir el flujo sanguíneo a la piel y el ritmo de transpiración. Otra consecuencia seria de la deshidratación por ejercicio es una caída importante en el VMC (volumen minuto cardíaco), o sea la cantidad total de sangre.

Esto exacerba la hipertermia reduciendo aun más la transferencia de calor desde el cuerpo a la periferia más fresca (Montain & Coyle 1992 a). La consecuencia más seria de la hipertermia inducida por deshidratación durante el ejercicio, es una reducción del 25 al 30% en el volumen de bombeo que no es compensado con un aumento proporcional en el ritmo cardíaco; esto resulta en una disminución de la salida cardíaca y en la presión sanguínea (Gonzalez-Alonzo et al., 1994; Montain & Coyle, 1992 a). El beneficio principal de la reposición de líquidos durante el ejercicio es que ayuda a mantener el ritmo cardíaco y permite a la sangre fluir a la piel a mayores niveles, promoviendo la disipación de calor desde la piel y así previniendo una excesiva acumulación de calor en el cuerpo (Montain & Coyle, 19992 a).

El mecanismo por el cual la reposición de líquidos aumenta el flujo de sangre a la piel no está claro. El reemplazo de líquidos ayuda a prevenir la pérdida de agua en el plasma sanguíneo, pero en los atletas altamente entrenados esta mejoría en el mantenimiento del volumen de plasma aparentemente no aumenta por sí mismo el flujo de sangre hacia la piel para reducir la temperatura corporal (Montain & Coyle, 1992 b). Parece más probable que el reemplazo de líquidos prevenga la disminución de flujo a la piel y problemas inducidos por la deshidratación en la zona de control neural, al prevenir reducciones en la presión sanguínea y/o al minimizar el aumento en la sangre de concentraciones de cloraminas, sodio y otras partículas osmóticamente activas, por la deshidratación inducida durante el ejercicio.

 

Fuente: GSSI

El mundo está obeso – La mitad de la población mundial tiene sobrepeso

Un estudio en 63 países muestra la rápida expansión de la epidemia mundial de obesidad. ESTUDIO EN 168.000 PERSONAS (IDEA)

MADRID.- Demasiado gordos y con muchas posibilidades de padecer un problema de corazón. Este es el reflejo de la población mundial, según un estudio realizado en 63 países que acaba de ver la luz.

Sus datos, publicados en la revista ‘Circulation‘, son demoledores: la obesidad ha dejado de ser un trastorno típico de sociedades opulentas y despilfarradoras y se ha convertido en una pandemia. Entre la mitad y dos tercios de la población mundial tiene ya problemas con la báscula.

Sus conclusiones afirman que una técnica simple y barata, la medición rutinaria de la cintura, sería útil para prevenir muchos futuros problemas de corazón.

“Tenemos que prestar especial atención a la acumulación de grasa en la zona abdominal, que es un factor de riesgo para el desarrollo de la diabetes y de enfermedades cardiovasculares incluso en personas con un índice de masa corporal normal”, explica a el mundo, es Berkeley Balkau, principal autor de este estudio, conocido como IDEA, que analizó los datos de más de 168.000 personas de edades comprendidas entre los 18 y los 80 años.

Para llevar a cabo su investigación, su equipo contó con la colaboración de médicos de cabecera de 63 países que, durante dos jornadas de trabajo, solicitaron a sus pacientes la participación en el estudio. Además de recabar datos sobre su edad, enfermedades conocidas o hábitos, los profesionales sanitarios midieron el perímetro abdominal y calcularon el índice de masa corporal de cada uno de ellos.

“En todas las regiones excepto en el sur y el este de Asia, más del 60% de los hombres y el 50% de las mujeres tenían sobrepeso o eran obesos”, explican los investigadores, quienes también remarcan que gran parte de las personas analizadas presentaban preocupantes cifras de adiposidad en el abdomen.


La importancia de la ‘barriga cervecera’

Los resultados de este trabajo también mostraron que existe una asociación clara entre la acumulación de grasa en la zona abdominal -medida a través de la circunferencia de la cintura- y la presencia de medida a través de la circunferencia de la cintura- y la presencia de enfermedades cardiovasculares o diabetes. Esta relación permanecía incluso en individuos en general delgados o con un índice de masa corporal normal.

Entre los datos de este trabajo, también destacan las tasas de mortalidad cardiovascular especialmente altas que se registraron en Europa del Este y el incremento considerable de la incidencia de la diabetes en Oriente Próximo.

“Nuestra investigación enfatiza la necesidad de una aproximación global al sobrepeso y la obesidad en etapas tempranas de la vida. La obesidad en los adolescentes está aumentando rápidamente y se asocia con cambios adversos en la estructura y la función de las arterias, los primeros pasos de la aterosclerosis”, comentan los investigadores en su trabajo.

“Es necesario comenzar de forma temprana a enseñar a los niños la importancia de comer bien y hacer ejercicio”, apunta el doctor Balkau. En cuanto a los adultos, señala dos aspectos fundamentales: por un lado, seguir difundiendo información sobre los riesgos cardiovasculares y, por otro, promover la medición de cintura como una rutina en las consultas médicas.

“La medición de la circunferencia de la cintura, una práctica conveniente y barata en la atención primaria, proporciona un marcador clínico para el riesgo cardiovascular y de diabetes del mundo en todas las regiones del mundo, incluso en los pacientes con un peso normal”, remarca en las conclusiones de su trabajo.

 

Fuente: El Mundo 31 OCT 07 | -Intramed

 

Diez minutos diarios de ejercicio mejoran la salud cardiovascular

Se demuestran beneficios aún con tiempos reducidos de entrenamiento.

Un estudio reciente publicado en “JAMA” tiene buenas noticias para aquellos que han estado evitando el ejercicio porque consideran que no tienen suficiente tiempo: incluso 10 minutos al día pueden mejorar la aptitud cardiovascular.

La investigación encontró que, cuando las mujeres sedentarias que tenían sobrepeso o eran obesas comenzaron a practicar un promedio de 72 minutos de ejercicio a la semana, aumentaron su consumo máximo de oxígeno en 4,2% en comparación con las mujeres que permanecieron inactivas. “Para las personas que han estado realmente sedentarias, el beneficio es casi inmediato. Levántese ya de ese sillón”, aconseja el autor principal del estudio, el Dr. Timothy Church, director del Pennington Biomedical Research Center en Louisiana. “La idea de que entre 10 y 15 minutos de ejercicio al día pudieran ofrecer beneficios en cuanto a la buena forma nos sorprendió”, añade.

Los investigadores también encontraron que aunque un poquito de ejercicio era beneficioso, más ejercicio mejoró la forma cardiorrespiratoria aún más. Church anota que la intensidad del ejercicio realizado por las mujeres del estudio era muy baja, probablemente el equivalente de caminar a una velocidad de 3 a 5 Km por hora.

Los autores comenzaron la investigación porque ha habido pocos estudios que hayan evaluado el efecto de respuesta a la dosis del ejercicio, es decir, cuánto ejercicio se necesita para ver un beneficio y si una mayor cantidad de ejercicio continuará produciendo beneficios adicionales. Para responder a esas preguntas, los investigadores reclutaron a 464 mujeres posmenopáusicas que se consideraba que tenían sobrepeso o eran obesas. Las mujeres tenían algún grado de hipertensión y ninguna hacía ejercicio al comienzo del estudio. Se asignó aleatoriamente a las mujeres a uno de cuatro grupos, el grupo de control que seguiría sedentario, un grupo de ejercicio ligero que en promedio hizo 72 minutos de ejercicio a la semana, un grupo de ejercicio moderado que hizo en promedio 136 minutos de ejercicio a la semana y un grupo de ejercicio frecuente que completó casi 192 minutos de ejercicio cada semana.

Se midió el consumo máximo de oxígeno de las mujeres al comienzo del estudio y otra vez tras seis meses de ejercicio. Encontraron que las mujeres del grupo de ejercicio ligero aumentaron sus niveles de consumo máximo de oxígeno en 4,2%. El grupo de ejercicio moderado experimentó un aumento de 6%, mientras que el grupo de ejercicio frecuente mejoró su aptitud cardiorrespiratoria en 8,2%.

“Esta es una gran noticia para los sedentarios y los que envejecen”, dijo Church. “Hay personas que no pueden alcanzar los niveles de ejercicio recomendados, pero ahora sabemos que si no puede hacer 150 minutos a la semana, hay beneficios de hacer aunque sea la mitad”.

 

JAMA 2007;297:2081–2091
(Jano Online)